Foto de Yago Garcia
Mientras buscaba información para aprender todo lo que pueda sobre huertos urbanos, uno de los primeros métodos que aprendí fue el de Gaspar Caballero: Parades en Crestall.
Dejo aquí un mini-post con los puntos claves del método.
Huerto de Metro Cuadrado
Las aventuras en un huerto urbano pequeño - en contenedores y en bancales de tierra.
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Cebollas y lechugas
Depende.
Los planteles son una gran solución cuando te has quedado sin tiempo para plantar algo, si eres impaciente o estás teniendo problemas con la germinación (por ejemplo, poca luz y se espigan, mucha agua y se llenan de moho, mucho frío, etc).
Siendo la novata que soy compré algunos planteles para una de las cajas para que no quedara «pelada» tanto tiempo. Desde el garbanzo en algodón no había germinado nada, hacía frío (Febrero) y no tenía (aún) invernadero…
Lo primero que hice al comenzar el huerto es planear qué pondría donde, en función de la luz, las corrientes de aire y el abrigo de las paredes de la casa.
En invierno y verano la luz incide de manera totalmente distinta, con lo cual acabé repartiendo mi huerto todo alrededor de la casa (excepto la parte norte).
Fácil. Multiplica el largo por el ancho por la altura (largo x ancho x alto), como en el siguiente ejemplo:
Caja de 1,20mts cuadrado
Hay tantos métodos diferentes para crear y mantener un huerto que la elección al final es totalmente personal. En mi caso escogí seguir el método «creado» por Mel Bartholomew en los años 80. Se llama (sorpresa sorpresa) Huerto del Metro Cuadrado («Square Foot Gardening»).
La elección de crear un «macetohuerto» vino, en mi caso, ya dada por estar de alquiler – a pesar de tener suficiente terreno para un par de largos bancales.
Pero aunque pudiese crear un bancal, entre que tengo la espalda tocada y que la idea de tener que remover continuamente el ecosistema de la tierra no me agrada mucho, un huerto en cajas, mesas o macetas es la única elección (de momento) para mí.
Con respecto al método, hay 4 reglas básicas y muy simples a seguir:
Antes de comenzar, una confesión: hasta hace un año la única experiencia que tuve de crecer algo fue el mítico garbanzo en algodón mojado, experimento obligado del cole allá cuando tenía unos 9 añitos.
Sabía que hay algo fundamentalmente mal en nuestra dieta de «sin tiempo, mucho plástico»: verduras y frutas sin gusto y que se pudren en cuestión de pocos días, un incremento alarmante de enfermedades auto-inmunes y alergias e intolerancias alimenticias, entre muchas otras patologías.
Y algo quería, necesitaba hacer…
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